Resistencia Sobrevivencia de la Economía 1ª parte

Resistencia Sobrevivencia de la Economía 1ª parte
Pese a las predicciones sombrías, la economía mundial sigue mostrando una resiliencia notable, el crecimiento se mantiene firme y la inflación se reduce casi con tanta rapidez como aumentó. El accidentado camino comenzó con los trastornos en las cadenas de suministro como consecuencia de la pandemia, una crisis energética y alimentaria mundial desencadenada por la guerra de Rusia en Ucrania y la considerable escalada de la inflación, a la que siguió una contracción monetaria sincronizada a escala mundial.

El crecimiento mundial tocó fondo a finales de 2022, en 2,3%, poco después de que la mediana de la inflación general tocara máximos, en 9,4%. Según las proyecciones de nuestro último informe Perspectivas de la economía mundial, el crecimiento para este año y el próximo se mantendrá estable en torno a 3,2%, mientras que la mediana de la inflación general disminuirá desde 2,8% a finales de 2024 hasta 2,4% a finales de 2025. La mayor parte de los indicadores siguen apuntando a un aterrizaje suave. También proyectamos menos secuelas económicas de las crisis de los últimos cuatro años, aunque las estimaciones varían según el país. La economía estadounidense ya ha sobrepasado su tendencia previa a la pandemia. Pero ahora estimamos secuelas mayores en los países en desarrollo de ingreso bajo, muchos de los cuales todavía tienen dificultades para pasar la página de las crisis de la pandemia y del costo de la vida.

La resiliencia del crecimiento y la rapidez de la desinflación pueden explicarse por la favorable evolución de la oferta, en particular la disipación de los shocks de los precios de la energía y el notable repunte de la oferta de mano de obra al que han contribuido los importantes flujos migratorios en muchas economías avanzadas. Las medidas de política monetaria han contribuido al anclaje de las expectativas de inflación, aun cuando su transmisión haya sido más moderada, debido a que las hipotecas de tasa fija son más frecuentes.

Pese a esta evolución favorable, siguen existiendo numerosos retos que hacen necesario adoptar medidas decisivas.

Persisten los riesgos de inflación
Reducir la inflación hasta su meta sigue siendo una prioridad. Si bien las tendencias de la inflación son alentadoras, todavía no hemos llegado al final. Resulta un poco preocupante que los avances hacia las metas de inflación se hayan estancado algo desde principios de año. Podría ser un revés temporal, pero hay razones para mantenerse alerta. La mayor parte de las buenas noticias en materia de inflación provinieron de la caída de los precios de la energía y de la inflación de productos. Esta última se vio favorecida por la relajación en las fricciones de las cadenas de suministro, así como por la disminución de los precios de exportación chinos. Pero los precios del petróleo han aumentado recientemente, debido en parte a las tensiones geopolíticas, y la inflación de los servicios se mantiene obstinadamente elevada. Nuevas restricciones comerciales sobre las exportaciones chinas también podrían empujar al alza la inflación de productos.

Divergencias económicas cada vez mayores
La resiliencia de la economía mundial también puede esconder las extremas divergencias entre países.

Los buenos resultados recientes de Estados Unidos evidencian el crecimiento sólido de la productividad y del empleo, pero también la fuerte demanda en una economía que sigue sobrecalentada. Así pues, la Reserva Federal deberá relajar la política monetaria de forma gradual y prudente. La orientación fiscal, que no se ajusta a la sostenibilidad fiscal a largo plazo, preocupa especialmente. Esta situación aumenta los riesgos a corto plazo para el proceso de desinflación, así como los riesgos para la estabilidad fiscal y financiera a largo plazo de la economía mundial. Algo tendrá que cambiar.

El crecimiento repuntará en la zona del euro, aunque desde niveles muy bajos, si bien los shocks anteriores y la contracción monetaria pesarán sobre la actividad. El elevado crecimiento continuado de los salarios y la persistencia de la inflación de los servicios podrían retrasar la vuelta de la inflación a su meta. Sin embargo, al contrario que en Estados Unidos, la evidencia de sobrecalentamiento es escasa y el Banco Central Europeo tendrá que graduar detenidamente el giro hacia la flexibilización de la política monetaria para evitar que la inflación caiga por debajo de su meta. Aunque los mercados laborales parecen fuertes, esa fortaleza podría resultar ilusoria si las empresas europeas hubieran estado contratando mano de obra en previsión de un repunte de la actividad que no llega a materializarse.

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