Resistencia Sobrevivencia de la Economía 2a parte El mundo, en general ha resistido no sin grandes problemas la crisis generada por la pandemia de COVID19 y las guerras en el extremo europeo y el cercano oriente; y las confrontaciones económicas, principalmente. Se encuentra en el punto de empezar a reducir tasas, ante una reducción de la inflación. La economía de China sigue sufriendo las consecuencias de la desaceleración de su sector inmobiliario. Los ciclos de auge y colapso del crédito nunca se resuelven con rapidez por sí solos, y este no es una excepción. La demanda interna seguirá apagada, a menos que se corrija la causa subyacente con medidas sólidas. Con la demanda interna deprimida, los superávits externos bien podrían aumentar. El riesgo es que esta situación agrave más las tensiones comerciales en un contexto geopolítico ya de por sí tenso. Muchas otras grandes economías de mercados emergentes están teniendo buenos resultados, y en algunos casos incluso se ven favorecidas por la reconfiguración de las cadenas mundiales de suministro y el aumento de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos. La influencia de estos países en la economía mundial está aumentando. Una ruta para las políticas. En adelante, las autoridades deberían priorizar las medidas que contribuyen a mantener o incluso mejorar la resiliencia de la economía mundial. La primera de estas prioridades es reponer las reservas fiscales. Aun cuando la inflación retroceda, las tasas de interés reales siguen elevadas y la dinámica de la deuda soberana es ahora menos favorable. La credibilidad de las consolidaciones fiscales puede ayudar a reducir los costos de financiamiento y a mejorar el margen de maniobra fiscal y la estabilidad financiera. Lamentablemente, los planes fiscales hasta el momento son insuficientes y podrían descarrilarse aún más dado el inusitado número de elecciones de este año. Las consolidaciones fiscales nunca son fáciles, pero es mejor no esperar a que los mercados dicten las condiciones. La estrategia adecuada es empezar ahora, de forma gradual y creíble. Una vez que la inflación esté bajo control, realizar consolidaciones plurianuales ayudará a preparar el terreno para una nueva relajación de la política monetaria. El éxito del episodio de consolidación fiscal y acomodación monetaria de 1993 en Estados Unidos viene a la memoria como ejemplo a emular. La segunda prioridad es revertir el descenso de las perspectivas de crecimiento a mediano plazo. Parte de la pasada desaceleración del crecimiento se debe a un aumento de la asignación deficiente del capital y la mano de obra entre sectores y países. Facilitar una asignación de recursos más rápida y eficiente impulsará el crecimiento. Para los países de ingreso bajo, las reformas estructurales que fomenten las inversiones nacionales y extranjeras directas y el fortalecimiento de la movilización de recursos internos ayudarán a disminuir los costos de endeudamiento y reducir las necesidades de financiamiento. Estos países también deben mejorar el capital humano de su numerosa población joven, en especial dado el rápido envejecimiento del resto del mundo. La inteligencia artificial también ofrece la esperanza de impulsar la productividad. Puede lograrlo, pero la posibilidad de perturbaciones graves en los mercados laborales y financieros es elevada. Aprovechar el potencial de la IA para que sus beneficios alcancen a todos requerirá que los países mejoren su infraestructura digital, inviertan en capital humano y coordinen las normativas internacionales para seguir avanzando. Las perspectivas de crecimiento a mediano plazo también se ven dañadas por la creciente fragmentación geoeconómica y el aumento de las medidas de política industrial y restricción comercial. Como resultado, ya están cambiando los vínculos comerciales, lo que conlleva pérdidas potenciales de eficiencia. El efecto neto bien podría ser que la resiliencia de la economía mundial disminuya, en lugar de aumentar. Pero el mayor daño lo sufre la cooperación internacional. Todavía hay tiempo para cambiar el curso. En tercer lugar, un gran logro de los últimos años ha sido el fortalecimiento de los marcos de política monetaria, fiscal y financiera, en especial en las economías de mercados emergentes. Esto ha contribuido a mejorar la resiliencia del sistema financiero mundial y a evitar una reaparición permanente de la inflación. En adelante, es fundamental conservar estas mejoras. Para ello debe protegerse la independencia de los bancos centrales que con tanto esfuerzo se ha logrado. Por último, la transición verde necesita inversiones importantes. Recortar las emisiones es compatible con el crecimiento y, en décadas recientes, la actividad ha pasado a tener una intensidad de emisiones mucho menor. Pero las emisiones todavía están aumentando. Debe hacerse mucho más, y debe hacerse con rapidez. En las economías avanzadas y China, las inversiones verdes han crecido a buen ritmo. Donde debe hacerse más esfuerzo ahora es en las demás economías de mercados emergentes y en desarrollo, quienes deben incrementar drásticamente el crecimiento de las inversiones verdes y reducir sus inversiones en combustibles fósiles. Para ello se necesitarán transferencias de tecnología de otras economías avanzadas y de China, así como considerables fuentes de financiamiento privado y público. Para avanzar en estas cuestiones, y en muchas otras, los marcos multilaterales y la cooperación siguen siendo esenciales. Comunicar es compartir ¡¡¡Comparte!!! Ya tú sabes