La cuestión de Taiwán

La cuestión de Taiwán

Uno de los temas que durante toda la semana del XX Congreso del Partido Comunista Chino fue objeto de especulación fue la aspiración china a la reunificación con Taiwán. En el contexto de la continuidad anunciada, ¿qué se puede concluir acerca del asunto de Taiwán? En ese terreno, Xi Jinping señaló que China seguirá buscando que la reunificación con Taiwán se dé por medios pacíficos, pero que no renunciará a la utilización de la fuerza para lograrlo.

Como he señalado en este espacio, el asunto de Taiwán ha sido el gran tema pendiente entre China y Estados Unidos, el diferendo en el tema de la reunificación se ha convertido, por extensión, en una seria preocupación de Occidente. El comunicado de Shanghai de 1972, adoptado con motivo de la visita a China de Nixon, es una gran ejemplo de ‘indefinición selectiva’; esta "ambigua construcción" como la llamó Kissinger, es un texto que podemos dividir en tres pistas paralelas: en la primera pista, el texto reúne las declaraciones y conceptos en los que ambos países están de acuerdo en esa ocasión y en la segunda y tercera: "...en las otras dos pistas del texto de Shanghai, tanto China como Estados Unidos, recurrieron a declaraciones unilaterales que si bien fueron objeto de complejas conversaciones previas (en las cuales, del lado estadounidense, Henry Kissinger fue el actor principal), en el momento de la visita de Nixon, permanecieron como los estandartes incólumes de dos ejércitos destinados a enfrentarse algún día".

Dichas declaraciones unilaterales forman parte del comunicado solo porque se imprimieron en el mismo papel que contiene los párrafos en los que ambas naciones estaban de acuerdo; son en realidad la fuente del disenso que hoy persiste. Estados Unidos reconoce que existe una China y que la reunificación con Taiwán se debe de dar por medios pacíficos, y China establece que hay una China y que ningún país puede determinar el estatus de Taiwán ni las modalidades de la reunificación, aún por la fuerza, como añadió Xi en uno de sus discursos durante el reciente congreso del PCCh. Más aún, en 1979, el mismo año en que estableció relaciones con la República Popular de China, Estados Unidos promulgó una Ley sobre el establecimiento de relaciones con Taiwán en la que en su sección 2, colocó una puerta que condiciona sus relaciones con China:

"El Congreso estima que la promulgación de esta ley es necesaria (...)

"3.- para dejar en claro que la decisión de Estados Unidos de establecer relaciones diplomáticas con la República Popular de China descansa sobre la expectativa de que el futuro de Taiwán será determinado por medios pacíficos".

El asunto de Taiwán pende sobre el mundo como la espada de Damocles. Así tenemos que la paz global se juega hoy en día en un amplísimo corredor que va del estrecho de Taiwán y el Mar de Japón, hasta las costas del Báltico y el Mar Negro.

La salud de Hu Jintao, la forma es fondo; como bien conocemos los mexicanos, las enfermedades en la política han servido de mascarada que disfraza la salida de la escena pública de personajes que han caído en desgracia. No tengo elementos para contradecir el comunicado de la agencia Xinhua, pero percibo que la salida pública del salón de la convención del expresidente Hu Jintao, predecesor de Xi, y que estaba sentado a su izquierda; fue una manera de señalar ante los 2,300 congresistas que en silencio atestiguaron el evento y ante los ojos del mundo, que un capítulo había terminado, que el expresidente había caído en desgracia. Además, de los siete miembros del Comité Permanente del Buró Político del PCCh, cuatro salieron y fueron reemplazados por personajes cercanos a Xi Jinping, mientras que Li Kiang, quien era primer ministro, no fue reelecto en el cargo, ello constituye una clara señal de cambio y del fortalecimiento del equipo de leales a Xi, practicantes del Xiísmo.

No se puede calificar estos hechos como una purga, una connotación que se popularizó rápidamente en la prensa occidental; el tiempo lo dirá, aunque existe otro indicio, Hu Jintao fue escoltado fuera del Gran Salón del Pueblo antes de que se llevaran a cabo las votaciones que consagraron la victoria de Xi.

Los analistas subrayaron lo anormal, inusual, extraordinario del evento. Se subrayó que era sin precedentes en la política China; en mi opinión, o Hu Jintao en efecto estaba indispuesto, o quien decidió su salida no sólo quiso que se supiera que él (¿y sus seguidores?) había(n) caído en desgracia, quiso que lo atestiguaran los 2,300 congresistas, quiso que lo viera todo el pueblo chino, quiso que lo viera todo el mundo.

El cable de Xinhua señaló que Hu Jintao "No se había sentido bien durante la sesión, su personal, por su salud, le ha acompañado a una habitación próxima para que descansara. Ahora se encuentra mucho mejor”. Ya se sabrá.

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