Lo que se presenta

Lo que se presenta

A medida que el mundo salga de la pandemia, desafortunadamente se repetirán los shocks (crisis) tradicionales de financiamiento a corto y mediano plazo.

Un endurecimiento monetario más agudo de lo esperado ante las presiones inflacionarias en las economías avanzadas tendrá, por ejemplo, efectos indirectos en la balanza de pagos de los países de mercados emergentes, al incrementar las tasas. Los países con una elevada carga de la deuda tendrán que trabajar más para evitar crisis fiscales y financieras. Y los grandes exportadores e importadores de productos básicos tendrán que seguir desarrollando estrategias de competitividad ante las grandes oscilaciones de precios.

Para ayudar a los países a hacer frente a esos desafíos, el FMI seguirá desplegando su conjunto tradicional de instrumentos de supervisión, préstamos y creación de capacidad, aunque a veces pueden ser necesarias modificaciones menores, es importante contemplar situaciones nuevas. El FMI financia operaciones, por lo que supervisa el uso del crédito. Sin embargo, una mayor concentración de la supervisión y los préstamos en cuestiones a más largo plazo también es fundamental en la coyuntura actual.

Los problemas estructurales profundamente arraigados se están volviendo mucho más frecuentes en el mundo de hoy; deben abordarse ahora para evitar problemas de balanza de pagos más grandes y dolorosos en el futuro. Como el anquilosamiento del sistema fiscal y laboral; el apoyo a industria limpia y a los Pequeños y medianas empresas; participación en los mercados internacionales.

El cambio climático afecta a toda la humanidad, pero su impacto en los países es dispar. Del mismo modo, no todos los países podrán aprovechar por igual las oportunidades que presenta el cambio digital, como las monedas digitales del banco central. Hay presiones demográficas muy diferentes en varias partes del mundo. Las desigualdades de ingresos y de género se están ampliando.

Para hacer frente con éxito a estos desafíos se requiere la cooperación entre el Fondo y otras instituciones que tienen experiencia en estas áreas, como el Banco Mundial. El hecho de que tales tendencias tengan ramificaciones dispares en todos los miembros implica necesariamente que se manifestarán, en menor o mayor grado, en la balanza de pagos de los distintos países. El cambio climático, por ejemplo, conducirá a mayores importaciones de alimentos y a la migración hacia el exterior en muchos países afectados.

El cambio digital afectará el comercio de bienes y servicios, pero también los flujos de capital al acelerar la innovación financiera. Y a menos que las presiones demográficas se aprovechen adecuadamente, los países con poblaciones jóvenes de rápido crecimiento podrían enfrentar un mayor desempleo, mientras que la escasez de mano de obra, bienes y servicios podría convertirse en un problema para las sociedades que envejecen.

Por lo tanto, los desafíos que enfrenta el mundo están en constante evolución. Sin embargo, la necesidad de asesoramiento en materia de políticas —y, a veces, de financiamiento— del Fondo sigue existiendo.

Es una visión del Fondo Monetario Internacional que se ve a simple vista y nos obliga a ver los problemas en el mundo como nuestros y por tanto nuestra participación en el concierto internacional como obligado para nuestra propia conveniencia; muy importante es la mención de coordinarse con otras instituciones globales financieras como el Banco Mundial.

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