Educación Productiva 1ª parte

Folorunso Alakija puede agradecer al diploma de secretariado de las Academias Pitman; este fue el comienzo del camino que la llevó a ser una de las mujeres más ricas de África. Esta formación le permitió conseguir un empleo como asistente de ejecutivos y banqueros antes de decidir cambiar el rumbo para estudiar diseño de moda y poner en marcha su propia marca de ropa. Luego, se orientó hacia el sector inmobiliario y la prospección petrolífera, entre otros negocios, y acumuló una fortuna de unos USD 1.800 millones, según Forbes. .
“No todos podemos estar en la oficina, con aire acondicionado y haciendo tareas administrativas”, dijo Alakija durante la ceremonia de inauguración del centro, creado por ella; según el periódico Nation. “Cada uno de ustedes puede ser su propio jefe y confiar más en sí mismo y llevar comida a la mesa de muchas más familias gracias a las aptitudes que han adquirido”. La trayectoria de Alakija demuestra que un título universitario no siempre es la clave del éxito. La formación profesional se considera cada vez más una alternativa viable a la educación universitaria: no todas las profesiones requieren un título superior para salir adelante. Suiza, Alemania y Finlandia tienen un largo historial de éxito preparando a los estudiantes para el mundo laboral a través de la formación profesional y otro tipo de apoyo relacionado. Desde Bill Gates hasta Mark Zuckerberg, muchos líderes de grandes empresas tecnológicas abandonaron la universidad y optaron por la experiencia práctica para levantar sus negocios. .
La formación profesional es pertinente sobre todo en las economías en desarrollo, donde los títulos universitarios, tanto nacionales como extranjeros, están fuera del alcance de muchos, o no encajan bien con las necesidades de los empleadores. Y las personas jóvenes sin empleo representan un problema para los gobiernos. .
Según un informe del Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo y la UNESCO publicado en agosto de 2023, la formación y capacitación técnica y profesional en los países de ingreso bajo y mediano no se corresponde con las destrezas que se precisan en el mercado laboral. Además, estos países no están preparados para un aumento considerable de la demanda de esas destrezas en el futuro. .
Se calcula que, en Burundi, Malí y Uganda, el número de estudiantes de enseñanza secundaria técnica y formación profesional se cuadruplicará con creces en los dos próximos decenios; en Níger, se calcula que el número se multiplicará por 10. Según el informe, en muchos de estos países el elevado porcentaje de jóvenes que ni estudian, ni trabajan ni reciben formación ya está generando presiones cada vez mayores. .
Los estudios apuntan a que los programas de formación profesional tienen resultados desiguales, como explica Lisa Corsetto-Poon, jefa de políticas en Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab, conocido como J-PAL. Corsetto-Poon agrega que es esencial diseñar cuidadosamente los programas para que incluyan los elementos más prometedores y adecuados para el contexto concreto. J-PAL, con sede en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, examinó 28 estudios sobre programas de formación profesional y capacitación en países que van desde Argentina hasta Bangladesh, pasando por Türkiye y Estados Unidos. .
“En muchos mercados laborales hay una desconexión entre los tipos de trabajo que los titulados universitarios esperan encontrar, es decir, los empleos para los que se prepararon, y los que realmente están contratando personal”, explica Corsetto-Poon. “Pero los programas de formación profesional no siempre consiguen salvar esa distancia”. Señala que, idealmente, si los programas de formación profesional estuvieran mejor orientados hacia los sectores con más demanda, bien podrían salvar esa distancia y proporcionar un camino alternativo más viable hacia un empleo bien remunerado en comparación con un costoso título universitario. .
Los programas de capacitación y formación profesional buscan generar una fuerza de trabajo sólida y preparar a los estudiantes para trabajar en una ocupación o sector en particular. La formación, que puede incluir experiencia laboral práctica, suele concluir con un certificado o diploma que puede ayudar a conseguir trabajo porque proporciona a los empleadores un “indicador creíble de las capacidades”, según se desprende de la investigación de J-PAL. .
Un estudio centrado en Uganda comparó las ganancias en los ingresos de un grupo de personas que recibieron formación profesional gratuita durante seis meses y otro grupo de personas que hicieron prácticas laborales en empresas como aprendices durante seis meses, con un sueldo subvencionado de USD 50 mensuales. El resultado muestra que las ganancias en los ingresos del primer grupo fueron más cuantiosas y duraderas que las del segundo. .
Según el estudio, esta diferencia probablemente refleja el hecho de que quienes recibieron formación profesional adquirieron capacidades que se podían demostrar más fácilmente al contar con un certificado y pudieron conseguir un nuevo empleo con más facilidad que los aprendices cuando se quedaron sin trabajo. En un estudio de seguimiento realizado después de la pandemia de COVID-19, los investigadores ugandeses constataron que quienes habían recibido formación profesional tenían más probabilidades de quedarse sin trabajo al principio de la pandemia, pero se recuperaron y terminaron ganando más durante la pandemia que quienes no recibieron formación. El estudio sugiere que esto probablemente se debió a que quienes habían recibido formación tenían más experiencia específica del sector antes de la pandemia. Y, gracias a que pudieron demostrar sus aptitudes al tener un certificado, consiguieron cambiar más fácilmente de empleador dentro de un mismo sector.
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