Fiscalización Global El sistema tributario internacional, formado por la Sociedad de Naciones en abril de 1923, ha estado bajo una intensa presión en los últimos años. La globalización, la digitalización y la competencia fiscal han hecho que sea cada vez más difícil para los países recaudar ingresos de las empresas multinacionales de manera efectiva, justa y eficiente. Tras una década de debate, 138 países acordaron recientemente la primera revisión mportante del sistema tributario internacional en un siglo. El FMI evalúa la reforma y concluye que es un paso importante en la dirección correcta. Pero para cosechar sus beneficios, los países deben implementarlo, con la respuesta política óptima dependiendo de las circunstancias de cada país. El documento sostiene que otros esfuerzos de reforma, tanto internacionales como nacionales, deben continuar, sobre todo para que los países más pobres puedan recaudar más ingresos para satisfacer sus necesidades de desarrollo. La reforma fue acordada en 2021 por los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) / Grupo de los Veinte Marco Inclusivo, un organismo con ahora 142 miembros encargados de abordar la elusión fiscal internacional por parte de las empresas multinacionales y hacer frente a los desafíos fiscales derivados de la digitalización de la economía. La reforma contiene dos pilares: El Pilar 1 incluye un nuevo método para asignar ganancias a países donde las empresas multinacionales pueden tener negocios significativos pero pocas (o ninguna) operaciones locales. Esto es cada vez más común cuando las empresas venden a través de canales digitales. Bajo el sistema existente, los países no tienen derecho a gravar tales ganancias en ausencia de un establecimiento físico como un almacén o fábrica en su territorio. El Pilar 2 introduce una tasa impositiva efectiva mínima global del 15 por ciento. Esto se aplica a través de un conjunto de reglas fiscales complementarias. Por ejemplo, si un país donde se realizan operaciones recauda impuestos por debajo de este mínimo, puede recaudar impuestos adicionales para alcanzar la tasa mínima. La reforma rompe con normas centenarias. El movimiento hacia la tributación de las ganancias en el país de destino, es decir, donde se encuentran los consumidores finales, marca un cambio de paradigma, haciendo que el sistema sea más robusto para la erosión de la base impsitiva, ya que los consumidores son menos móviles que el capital intangible, como las patentes o la tecnología. Además, la asignación simplificada de beneficios mediante una fórmula reduce las posibilidades de una planificación fiscal agresiva. Esto ocurre actualmente, por ejemplo, cuando las empresas multinacionales manipulan los precios de transferencia de las transacciones entre entidades del grupo para trasladar los beneficios a países con impuestos más bajos, erosionando las bases impositivas de los países y creando presiones de competencia fiscal. El nuevo impuesto mínimo en el Pilar 2 aborda esta carrera hacia el fondo al poner un piso global a (homologar) las tasas y aumentar la perspectiva de poner fin a la tendencia a la baja de una década en las tasas de impuestos corporativos. También reduce el traslado de ganancias a los centros de inversión. La menor presión para competir, incluso a través de incentivos fiscales, permite a los países diseñar mejores políticas internas. El análisis del FMI muestra que estos efectos indirectos podrían producir mayores ganancias en los ingresos de lo que sugieren las estimaciones del impacto directo de la reforma. La reforma inicialmente tiene una cobertura limitada. Cubre solo a las empresas multinacionales más grandes y, en el caso del Pilar 1, a poco más de 100 empresas. Bajo ambos pilares, se excluyen porciones relativamente grandes de ganancias. Por lo tanto, es poco probable que la reforma sea el punto final del cambio para el sistema tributario internacional, aunque hay ventajas políticas y prácticas en la introducción gradual de una revisión tan importante. La reforma sigue siendo bastante compleja, lo que plantea problemas de aplicación, especialmente para los países en desarrollo. Será necesaria una mayor simplificación, con trabajos actualmente en curso en áreas importantes para este grupo de economías, como los enfoques simplificados para gravar las operaciones rutinarias de comercialización y distribución. Estas ganancias estimadas de ingresos no se acercan en absoluto a lo que los países en desarrollo necesitan para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. Al mismo tiempo, vemos la posibilidad de que los países de bajo ingreso aumenten sus ingresos tributarios hasta en un 8% del PIB a través de aumentos de impuestos internos, sobre la base de estimaciones de su capacidad tributaria, es decir, la cantidad de impuestos que podrían recaudar en función de sus características económicas y demográficas. El acuerdo fiscal global es un paso importante en la dirección correcta, pero aún no está operativo. Si bien el monitoreo y la evaluación son críticos y es probable que se realicen nuevas reformas, el próximo paso más importante es que los países lo implementen rápidamente. Lo mas importante es que se sabe que las grandes trasnacionales no pagan los impuestos que deberían. Y Ya hay consenso en ello Comunicar es compartir ¡¡¡Comparte!!! Ya tú sabes