Abrazos y no Balazos. “A 19 días de la jornada electoral del próximo 6 de junio, la violencia contra políticos y candidatos se ha disparado en el periodo de campañas. El Indicador de Violencia Política en México (IVP) de Etellekt Consultores registró 476 hechos delictivos en contra de políticos y candidatos, con un saldo de 443 víctimas, 79 de ellas mortales (12 eran mujeres). La cifra de 443 víctimas equivale a un incremento del 64% en comparación al mismo periodo del proceso electoral 2017-2018”. Son números de terror: 79 muertos y un aumento de 64% con respecto a la elección pasada. Y todavía faltan dos semanas y media para los comicios del seis de junio. El pasado 13 de mayo, Abel Murrieta Gutiérrez, candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cajeme, Sonora, fue ultimado en la calle cuando hacía un acto de campaña. Tirado en la calle quedó su cuerpo acribillado. Los operadores de su campaña, con banderas del partido, lo veían sin saber qué hacer. Al respecto, ahora cito un reporte de Lantia Intelligence de la consultora del mismo nombre: “A diferencia de sucesos previos de violencia político-electoral, que los candidatos son agredidos por suponer una amenaza a los intereses de organizaciones criminales, en este caso “La Línea” (mafia regional) tomó venganza por acciones pasadas contra sus miembros, y buscó evitar, además, acciones futuras contra ellos que seguramente Murrieta hubiera promovido en caso de ocupar la alcaldía de Cajeme. Murrieta desempeñó un papel central en la investigación en contra de “La Línea” por el homicidio de nueve miembros de la familia LeBarón-Langford el cuatro de noviembre de 2019, como asesor y abogado de la familia. A partir de la presión y cabildeo que realizó en Chihuahua y Sonora han sido detenidos líderes y miembros clave de esta organización criminal. De triunfar en las elecciones, Murrieta hubiera continuado sus gestiones desde el municipio para que fiscalías y gobiernos estatales fortalecieran acciones en contra de La Línea. Además, contaría con protección del ayuntamiento y sería más difícil atentar en su contra”. Vale la pena destacar que Murrieta se había desempeñado como procurador de justicia del estado de Sonora entre 2004 y 2012. A pesar de haber sido exprocurador, y ahora defensor de los LeBarón-Langford, no tenía un equipo de seguridad por eso fue facilísimo para los asesinos dispararle a quemarropa y huir sin ningún problema. La violencia política es un reflejo de cómo la delincuencia organizada está capturando al Estado mexicano. Para ellos es muy sencillo comprar candidatos corruptos y/o matar a sus adversarios incorruptibles. Así, con toda comodidad, después de las elecciones se instalan plácidamente en el poder controlando a nuestras autoridades. Se trata, sin duda, de uno de los mayores riesgos para la democracia mexicana. Comunicar es compartir ¡¡¡Comparte!!! Ya tú sabes