Benito Juárez, su deceso



Benito Juárez, su deceso.
El 17 de octubre de 1870 el presidente de México, Lic. Benito Juárez, a la edad de 64 años, presentó un cuadro patológico, al que los periódicos denominaron “congestión cerebral”, que motivó severas dudas y comentarios en sus familiares, amigos, autoridades públicas y población en general. En la Cámara de Diputados hubo serios temores, sus integrantes solicitaron al diputado michoacano, Dr. Francisco Menocal visitara al Sr. Juárez en su domicilio para valorar su enfermedad, revisó al primer mandatario, encontró que su estado era grave, sus pulsaciones estaban disminuidas, eran de treinta por minuto, después de reposar y dormir unas cuantas horas las pulsaciones del presidente ascendieron a setenta. Dos días después el Sr. Juárez había mejorado notablemente. Inicialmente se diagnosticó “congestión cerebral”, posteriormente “parálisis del gran simpático”. El cuadro repitió una semana después, el 24 de octubre, fue menos grave. Visitas médicas y tiempos difíciles. Durante el citado mes de octubre y durante varias semanas el Dr. Rafael Lucio (1819- 1886) se ocupó de atender al presidente, lo visitaba en Palacio Nacional. En enero de 1871, murió Margarita Maza, esposa del Lic. Benito Juárez, el presidente fue afectado emocionalmente, pocos meses antes había sido reelecto para el cargo, hubo severas críticas políticas por el acontecimiento, señalándose manipulaciones.
El 20 de marzo de 1872, precisamente un día antes de su cumpleaños, el Lic. Benito Juárez presentó un problema médico, el Dr. Ignacio Alvarado (1819-1886) diagnosticó angina de pecho, pero hubo mejoría y transcurrieron varias semanas sin trastornos. El 8 de julio presentó molestias, y se prescribió una dieta de: “vinos, media copa; jerez, Burdeos, pulque; sopa, tallarines, huevos fritos; arroz; salsa picante de chile piquín; bistec; frijoles; fruta y café, para ingerirse entre una y dos de la tarde. En la noche, a las nueve, una copa de rompope, copa chica. El Dr. Alvarado era juarista, años atrás había dejado de ejercer en su consultorio privado y suspendido sus clases en la Escuela de Medicina, para acompañar a Benito Juárez en su peregrinación por el país.
Diez días después de las molestias anteriores, el 18 de julio de 1872, el Dr. Lic. Benito Juárez moriría. Una importante referencia es el testimonio “talentoso” del Dr. Ignacio Alvarado, que expresó: “Serían las once de la mañana de aquel luctuoso día, cuando un nuevo calambre dolorisísimo del corazón lo obligó a arrojarse a su lecho, no se movía ya, el corazón latía débilmente, su semblante se demudó, cubriéndose de las sombras precursoras de la muerte, y en lance tan supremo tuve que acudir contra mi deseo a aplicar un remedio muy cruel, pero eficaz; el agua hirviendo sobre el corazón”. El “tratamiento” provocó que el presidente se quejara violentamente, dijo: “Me está usted quemando”. El Dr. Alvarado contestó amablemente: “Es intencional, así lo necesita usted”. Hubo cierta tranquilidad durante cerca de dos horas, se repitió el cuadro, repitió el “tratamiento”, pero no hubo respuesta, las fuerzas de Benito Juárez estaban agotadas. Durante las últimas horas de vida del Lic. Benito Juárez, con la salud sensiblemente quebrantada, el Secretario de Relaciones insistió en una audiencia, tenía un problema importante que tratar, fue recibido, el funcionario no se enteró de la enfermedad mortal. Poco después recibió a un general, al que dio instrucciones. Benito Juárez estaba lúcido, presentía que había llegado al final de su destino, continuaba trabajando. Procedía de una cultura en que el sufrimiento se oculta. En las horas finales de Benito Juárez se le hizo saber al pueblo y a los colaboradores y amigos del Presidente que padecía reumatismo en una rodilla. Sin embargo hubo que rectificar pues se propagaron rumores infundados en el sentido de que su muerte se debía a un envenenamiento; las versiones se desmintieron al elaborarse y darse a conocer el acta de defunción, documento que fue firmado por los doctores: Ignacio Alvarado, Gabino Barreda y Rafael Lucio Diez, los firmantes indicaban que la causa de muerte era neurosis del gran simpático, se elaboró el acta en la casa que entonces habitaba Benito Juárez, en la calle de Moneda, en el número 1 al lado de Palacio Nacional.
El acta de defunción: Una anotación en el ángulo superior izquierdo manifestaba: “No. 1218. Mil doscientos diez y ocho. Benito Juárez: Neurosis del gran simpático. De orden superior. Sin derechos”. El cuerpo del acta expresaba lo siguiente: “En la ciudad de México a las diez de la mañana del día diez y nueve de julio de mil ochocientos setenta y dos ante mí, Francisco J. Ruíz, juez 3º del estado civil de esta capital, compareció el C. Benito Juárez Maza, hijo natural de Oaxaca, de diecinueve años, soltero, estudiante y con habitación en el número uno de la calle de Moneda, y expuso que: a las once y media de la noche de ayer en su dicha casa, falleció de neurosis del gran simpático, el padre del compareciente , el C. Benito Juárez Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, natural de San Pablo Guelatao en el estado de Oaxaca, de sesenta y seis años de edad, siendo abogado y con habitación en la referida casa, hijo legítimo del C. Marcelino Juárez y de doña Brígida García, ambos difuntos. Se inhuma su cadáver en el Primer Patio del Panteón de San Fernando. Son testigos los C. C. Pedro Santacilia, hijo político del finado, natural de Santiago de Cuba, de treinta y ocho años, casado, literato y vive en la misma casa; y Manuel Dublán, concuño del finado, natural de Oaxaca, de cuarenta y un años, casado, abogado y habita en el número treinta y nueve de Santa Teresa la Antigua. Con lo que termino esta acta que se levantó en la propia casa mortuoria