La República Restaurada La República Restaurada fue un periodo histórico de México que comprende entre la derrota del Segundo Imperio en 1867 hasta el inicio del Porfiriato en 1876. La restauración republicana en México comenzó el 15 de julio de 1867, cuando Benito Juárez regresó a la Ciudad de México luego de su victoria contra el Segundo Imperio. Generalmente se considera que terminó en 1876, cuando Sebastián Lerdo de Tejada, sucesor de Juárez al morir este en 1872, fue derrocado por la revolución encabezada por Porfirio Díaz. Díaz encabezó una última rebelión en 1876, contra la reelección de Lerdo. Luego de una campaña bastante mala para sus tropas, logró vencer a los federales en Tecoac y entrar triunfante a la capital en noviembre de 1876, con lo que comienza el Porfiriato. Entre 1865 y 1867, se registraron varios sucesos en el ámbito internacional que influyeron en la caída del segundo imperio. En Europa, las tensiones entre varios países estaban a punto de detonar enfrentamientos bélicos en los que estaría involucrada la Francia de Napoleón III. Este hecho provocó que el gobierno francés retirara el apoyo a Maximiliano de Habsburgo cuya presencia en México se había prolongado a pesar de la férrea oposición de Benito Juárez. Juárez de inmediato convocó a elecciones, en las que resultó triunfador, y su siguiente período presidencial estuvo orientado a reparar la economía, impulsar la educación, fomentar la seguridad pública, terminar con las gavillas de ladrones y caciques que asolaban al país. Al presentarse el período electoral de 1871, los candidatos fueron Juárez, Lerdo y Díaz. Luego de unas elecciones con altas sospechas de fraude electoral, Juárez se reeligió y Díaz proclamó el Plan de la Noria con el que desconocía a Juárez. Una nueva revolución sacudió al país, pero en julio de 1872 Juárez murió y la revuelta, prácticamente derrotada, debió acogerse al indulto del nuevo presidente: Sebastián Lerdo de Tejada. La república restaurada significó la cristalización de los ideales liberales y el periodo donde se consolidó la actividad legislativa, pues en 1874 se restauró el Senado, que la Constitución de 1857 había abolido. El federalismo enfrentó varios problemas, como las numerosas revueltas que se produjeron bajo Lerdo, cuyo excesivo jacobinismo le granjeó la enemistad del clero y de las clases altas. Además las luchas regionales por el poder en los estados; gran papel juega el partido liberal para ordenar el panorama politico; pero las armas juegan un papel importante, por lo que se le ha otorgado al Porfiriato el mérito pacificador. Pero es indiscutible que 11 años de república encauzaron al país en un republicanismo, federalista y demócrata. Hasta antes de la promulgación de la Constitución de 1857, y desde 1821 la promulgación de la independencia, se venían sucediendo formas de gobierno, empezando por el imperio de Iturbide, formatos centralistas, formatos federalistas; que implicaron grandes movimientos politicos y no pocos, violentos. Asi la consolidación de un Sistema politico se ve suspendido por el Porfiriato, al centralizar el poder absoluto y finalmente desembocar a una revolución y posterior Guerra civil que con la constitución de 1917, actualiza la república y poco a poco se ha ido reestructurando el sistema republicano. A tenido defectos, principalmente en la separación de los poderes, pero se ha logrado un sistema de elecciones popular con reticencias desde el poder y actualmente la centralización de la administración nacional por la falta de efectividad en los representantes del congreso de la nación que se pliegan al estriicto deseo del ejecutivo y dejan a la deriva los presupuestos de los Estados e Instituciones. Hoy día hay quién plantea restaurar la república, darle fuero y voz a la cámara de diputados y a la cámara de senadores, así como a los congresos locales; someter a las armas ante el ejercicio politico legal y la disposición del pueblo; con un Poder Judicial autónomo y eficiente. De momento ese reordenamiento e impulso a la Cámara de Diputados y de Senadores dependen de los votantes, de la diversidad de representaciones sociales y políticas que se propongan el beneficio de los ciudadanos y no del gobierno; al gobierno exigirle eficiencia, transparencia y honestidad; clara rendición de cuentas. Comunicar es compartir ¡¡¡Comparte!!! Ya tú sabes