Lázaro Cárdenas del Río (1)



Es Lázaro Cárdenas el Presidente de México más venerado con mucha justicia, aunque nunca faltan los malquerientes; entre otras cosas se le acusó de ser comunista, era un socialista convencido, cuando el anarquismo y el nacionalismo eran las corrientes ideológicas más de moda en el mundo. El capitalismo había sido definido desde finales del siglo XVIII con el inicio de la revolución industrial y son pensadores como Marx quienes le dan dimensión ideológica, nacen entre los que no son de la realeza principios importantes para proteger la propiedad privada, el capital y los medios de producción; este sector se viene conformando desde el renacimiento.
Lo cierto es que la acción nacionalista en el ejercicio del poder del General Cárdenas es preponderante y solo alude al socialismo cuando declara la educación socialista. Poco había que hacer en ese sentido, la Constitución de 1917 era de por si una carta magna con espíritu social; con referencias específicas a la prohibición de latifundios, al acaparamiento; y la procuración de los derechos fundamentales como son la educación, la salud, el trabajo, la vivienda, las libertades de expresión, libre tránsito; la igualdad jurídica, la libertad individual y de asociación; el derecho a la justicia y la protección; y finca la república democrática.
Lázaro Cárdenas del Río nació en Jiquilpan, Michoacán en 1895, hijo de Dámaso Cárdenas y de Felicitas del Río Amezcua. Fue el tercer hijo del matrimonio y, como primer varón mayor fue el responsable de la familia. Tuvo tres hermanas: Angelina, Josefina y Margarita, y cuatro hermanos: Dámaso, Alberto, Francisco y José Raymundo. En 1913 se unió a la Revolución mexicana a las fuerzas revolucionarias de Martín Castrejón, y catorce años después obtuvo el grado de General de División. En 1928 llegó a la gubernatura de Michoacán e impulsó la Reforma Agraria en ese estado; Fungió como secretario de Gobernación en el gabinete del presidente Pascual Ortiz Rubio; más tarde se convirtió en presidente del Partido Nacional Revolucionario, el cual lo postuló en diciembre de 1933 como candidato a la Presidencia de la República y salió triunfante en las elecciones. El 1 de diciembre de 1934 tomó posesión como presidente de México. Sus primeros años en el gobierno quedaron marcados por el enfrentamiento con el general Plutarco Elías Calles (Jefe máximo militar y político de la época), a quien finalmente obligó a abandonar el país en 1936 y se exilió en Estados Unidos. Para consolidar su poder, creó una serie de organismos sindicales de carácter oficioso como la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Confederación de Trabajadores de México (CTM), y procedió a reorganizar su partido, con el nombre de Partido de la Revolución Mexicana, modificando su estructura: de ser una federación de partidos locales y regionales, se integró con cuatro grandes sectores (campesino, obrero, popular y militar). Como se consolidó el PRI a la larga.
En 1936, Octavio Fernández Vilchis, apoyado por el muralista mexicano Diego Rivera, comenzaron una serie de gestiones para proponerle al presidente Lázaro Cárdenas la idea de concederle al líder de oposición de la Unión Soviética, León Trotski, asilo en México. Ese mismo año, en nombre de la nación mexicana ofreció a otorgar asilo político a León Trotski. México fue el primer país en ofrecerle asilo político. Para ello, Cárdenas ordenó se enviara una comitiva a recibirlo en el puerto de Tampico. Diego Rivera, por su parte, optó por aprovechar el viaje llevando a su esposa Frida y los generales Beltrán y Guerrero a recibir a Trotski y Natalia Sedova.
Entre los conflictos más espectaculares de 1936 estuvo el de los ferrocarrileros, que llevaría a la nacionalización de esa actividad. También el de los trabajadores agrícolas de la Laguna. La huelga contra toda la industria petrolera, se volvió un problema político nacional que obligó al gobierno a intervenir para evitar que la paralización de actividades dejara al país sin combustible. La nacionalización de la industria petrolera, una de las decisiones de mayor peso para el futuro y para la conformación de la nación. El apoyo del gobierno a las demandas obreras condujo a la expropiación de las empresas, lograron contratos colectivos con ganancias sustanciales para los trabajadores.
El Plan Sexenal consideró que el motor de la producción agraria debía ser el ejido y reiteró la necesidad de apoyarlo con crédito e infraestructura. Dar tierra al campesino por la vía ejidal significaba organizarlo, se trataba de hacer irreversible el cambio de estructura en el agro mexicano. Cárdenas no solo es el presidente que repartió más tierra sino también el que dio las mayores parcelas. Creó el Banco Nacional de Crédito Ejidal. Almazán (Partido Sinarquista) presentaba un programa que atacaba la “colectivización” del país: revivir la encomienda, comprometió a buscar un remedio inmediato a lo que él describió como el “desastre agrario”; según el programa de Almazán, no habría más reparto de propiedades privadas. Desapareció el Partido Nacional Revolucionario y surgió el Partido de la Revolución Mexicana, que apoyaba la política presidencial: obrero, campesino, popular y militar. Al producirse el conflicto entre el presidente Lázaro Cárdenas y el Jefe Máximo, la cúpula directiva del PNR se encontraba claramente dividida. La crisis llegó a su punto culminante en septiembre, cuando las diferencias entre cardenistas y callistas dieron por resultado un encuentro a balazos en plena Cámara. El partido oficial se convirtió rápidamente en una de las bases más sólidas del presidencialismo posrevolucionario. Cárdenas debió tomar una decisión definitiva y en noviembre de 1939 el PRM anunció que su candidato para el sexenio 1940-1946 sería el exsecretario de Guerra, general Manuel Ávila Camacho. La rivalidad entre Camacho y Almazán, tuvo muchos encuentros de guerra, pero se le dio la victoria en las urnas a Ávila Camacho. (Continúa)