Luis Donaldo Colosio Murrieta (Magdalena de Kino, Sonora; 10 de febrero de 1950-Tijuana, Baja California; 23 de marzo de 1994) fue un político y economista mexicano, miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se desempeñó como diputado, senador, presidente del partido y titular de la Secretaría de Desarrollo Social de México. Fue candidato a la Presidencia de México por el PRI hasta su asesinato. En 1967, inició sus estudios profesionales en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, obteniendo el título de licenciado en economía en 1972. Así mismo, cursó estudios de maestría en desarrollo rural y economía urbana, entre 1975 y 1976 en la Universidad de Pensilvania y, en 1979, realizó una estancia de investigación en IIASA, en Laxenburg, Austria. En 1980, se desempeñó como profesor de economía en el Colegio de México en Monterrey NL, la UNAM y la Universidad Anáhuac, en esta última institución conoció a Diana Laura Riojas Reyes, con quien se casó en 1982. Del matrimonio nacieron dos hijos, Luis Donaldo (1985) y Mariana (1993). Diana Laura falleció de cáncer el 18 de noviembre de 1994. Ingresó al Partido Revolucionario Institucional en 1979, siendo elegido diputado en 1985 y posteriormente senador en 1988. Fue presidente nacional del PRI de 1988 a 1992. Durante su gestión, el PRI reconoció por primera vez una derrota en una elección de gobernador, en este caso la del estado de Baja California en 1989, siendo elegido Ernesto Ruffo Appel candidato del Partido Acción Nacional, como primer gobernador no priista. Llamado por el presidente Carlos Salinas de Gortari a formar parte del gabinete presidencial el 13 de abril de 1992, Luis Donaldo Colosio se convirtió en secretario de Desarrollo Social, en sustitución del candidato a gobernador de Veracruz, Patricio Chirinos Calero. Colosio participó activamente en la sucesión presidencial de Salinas, junto con dos fuertes aspirantes; Pedro Aspe Armella, secretario de Hacienda, y Manuel Camacho Solís, jefe del Departamento del Distrito Federal, quien rompió las normas no escritas de la sucesión presidencial en México al negarse a expresar públicamente su apoyo a Colosio, quien fue postulado candidato a la Presidencia de la República el 28 de noviembre de 1993. El discurso pronunciado por Colosio frente al Monumento a la Revolución Mexicana, en la Ciudad de México, el 6 de marzo de 1994, en el aniversario del PRI, se considera como una revaluación de la política neoliberal. El mensaje de Colosio habla de un México agraviado y en crisis, con hambre, con profundas diferencias sociales, pero con la esperanza de transformaciones. Aunque Salinas de Gortari estuvo de acuerdo con el contenido del discurso, el periódico El Norte de Monterrey registraba las presiones hechas por el jefe de la oficina de la presidencia José María Córdoba Montoya, para que renunciara. Córdoba Montoya desmintió la versión y después del asesinato de Colosio, asumió un cargo en el Banco Interamericano de Desarrollo, con sede en Washington, D.C., aparentemente con la anuencia de Ernesto Zedillo. Córdoba Montoya tampoco sería juzgado o siquiera investigado, durante el sexenio de Zedillo, por sus supuestas ligas al narcotráfico en las conversaciones telefónicas filtradas a la prensa con Marcela Bodenstedt (con la que Córdoba tendría un romance), una expolicía con nexos con el cártel del Golfo de García Abrego. Discurso del 6 de marso (Fracción) "Veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y que están dispuestos a creer, a participar, a construir nuevos horizontes. "Veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. "Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades; que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones; que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros.Tenemos que asumir esta autocrítica y tenemos que romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida. Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y de cambio. [...] Empecemos por armar nuestra identidad, nuestro orgullo militante y afirmemos nuestra independencia del gobierno”. Colosio fue asesinado el 23 de marzo de 1994. Luego de un inicio de campaña afectado por los efectos del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, el 1 de enero de 1994, Luis Donaldo Colosio Murrieta llegó el 23 de marzo de ese mismo año, alrededor de las 16:05, tiempo del Pacífico, al aeropuerto Abelardo L. Rodríguez de la ciudad de Tijuana, Baja California. El primer lugar a visitar sería la colonia popular Lomas Taurinas, uno de los muchos asentamientos irregulares en la ciudad de Tijuana. Alrededor de cuatro mil personas se reunieron para ver al candidato en el denominado «Acto de Unidad»; participaron cuatro oradores locales antes de que Luis Donaldo Colosio cerrara el evento con su discurso. A las 17:12 de la tarde, cuando Colosio había caminado unos trece metros y medio en la explanada, uno de los asistentes al mitin penetró el cerco de seguridad, puso un revólver Taurus calibre .38 cerca del oído derecho del candidato y disparó. Un segundo disparo alcanzó a Colosio en el abdomen, quien cayó al suelo inconsciente, sangrando de la cabeza. En medio de la confusión, el grupo de seguridad capturó a un hombre de 23 años, de complexión delgada, tez morena y pelo rizado, vestido con pantalón de mezclilla y una chamarra negra. Era Mario Aburto Martínez.