Mozart (2a Parte).



Mozart aparece hoy como uno de los más grandes genios musicales de la historia. Fue excelente fortepianista, organista, violinista y director, destacaba por sus improvisaciones, que solía realizar en sus conciertos y recitales.
La música de Mozart, al igual que la de Joseph Haydn, es presentada como un ejemplo arquetípico del estilo clásico. En la época en la que comenzó a componer, el estilo dominante en la música europea era el estilo galante, una reacción contra la complejidad sumamente desarrollada de la música del Barroco. Pero cada vez más, y en gran parte en las manos del propio Mozart, las complejidades del contrapunto del Barroco tardío surgieron una vez más, moderado y disciplinado por nuevas formas y adaptado a un nuevo entorno estético y social. Mozart fue un compositor versátil y compuso obras para cada uno de los géneros musicales principales para la época, incluyendo la sinfonía, la ópera, el concierto para solistas y la música de cámara. Dentro de este último género, realizó composiciones para diversas agrupaciones de instrumentos, incluyendo el cuarteto y el quinteto de cuerda y la sonata para piano. Estas formas no eran nuevas, pero Mozart realizó avances en la sofisticación técnica y el alcance emocional de todas ellas. Casi sin ayuda de nadie desarrolló y popularizó el concierto para piano clásico. Compuso numerosas obras de música religiosa, incluyendo una gran cantidad de misas; pero también muchas danzas, divertimentos, serenatas y otras formas musicales ligeras de entretenimiento. También compuso para cualquier tipo de instrumento.
Los rasgos centrales del estilo clásico están todos presentes en la música de Mozart. La claridad, el equilibrio y la transparencia son los sellos de su trabajo, pero cualquier noción simplista de su delicadeza enmascara el poder excepcional de sus obras maestras más finas, como el Concierto para piano n.º 24 en do menor KV 491, la Sinfonía n.º 40 en sol menor KV 550 y la ópera bufa Don Giovanni. Charles Rosen hace hincapié en este punto:
De un modo paradójico, la caracterización superficial de la Sinfonía en sol menor de Schumann puede ayudarnos a ver al demonio de Mozart más regularmente. En todas las expresiones supremas de sufrimiento y terror de Mozart, hay algo terriblemente voluptuoso.
Sobre todo durante su última década, Mozart explotó la armonía cromática hasta un extremo inusitado, con una notable seguridad y un gran efecto artístico.
Mozart siempre tuvo un don para absorber y adaptar los rasgos más valiosos de la música de otros compositores. Sus viajes seguramente le ayudaron a forjarse un lenguaje compositivo único.f En Londres siendo niño, tuvo lugar un encuentro con Johann Christian Bach y escuchó su música. En París, Mannheim y Viena encontró muchas otras influencias compositivas, así como las capacidades de vanguardia de la orquesta de Mannheim.
Algunas de las primeras sinfonías de Mozart son oberturas italianas, con tres movimientos que penetran unos en otros; muchas son homotonales (cada movimiento en la misma armadura de clave, con el movimiento más lento en el tono relativo menor). Otras obras imitan a las de Bach y otras muestran las simples formas binarias redondeadas escritas habitualmente por los compositores vieneses.
A medida que Mozart fue madurando, fue incorporando a sus composiciones más rasgos adaptados del Barroco. Por ejemplo, la Sinfonía n.º 29 en la mayor KV 201 tiene un tema principal de contrapunto en su primer movimiento y experimenta con longitudes de frase irregulares. Algunos de sus cuartetos a partir de 1773 tienen finales de fuga: probablemente bajo la influencia de Haydn, que había incluido tres finales en esa forma en su Opus 20 que había publicado por esa época. La influencia del movimiento Sturm und Drang (Tempestad e ímpetu) en la música, con su presagio de la llegada de la era romántica, es evidente en la música de ambos compositores en esa época y la Sinfonía n.º 25 en sol menor KV 183 de Mozart es otro buen ejemplo.
Mozart a veces cambiaría su foco de interés entre la ópera y la música instrumental. Compuso óperas en cada uno de los estilos predominantes: la ópera bufa, como Las bodas de Fígaro, Don Giovanni y Così fan tutte; la ópera seria, como Idomeneo y La clemencia de Tito; y el singspiel, como El rapto en el serrallo y La flauta mágica. En sus óperas posteriores empleó cambios sutiles en la instrumentación, la textura orquestal y el timbre, para aportar una mayor profundidad emocional y destacar los movimientos dramáticos. Algunos de sus avances en el género operístico y la composición instrumental son: su empleo cada vez más sofisticado de la orquesta en las sinfonías y conciertos, que influyó en su orquestación operística y el desarrollo de su sutileza en la utilización de la orquesta al efecto psicológico en sus óperas, que fue un cambio reflejado en sus composiciones posteriores no operísticas.
La obra de Mozart fue catalogada por Ludwig von Köchel en 1862, en un catálogo que comprende 626 opus codificados con un número del 1 al 626 precedido por el sufijo KV.
La producción sinfónica e instrumental de Mozart consta de: 41 sinfonías, entre las que destacan la n.º 25 en sol menor, KV 183 (1773), la Sinfonía n.º 31, en re mayor, KV 297, París (1778), la n.º 35, en re mayor, KV 385, Haffner (1782); la n.º 36, en do mayor, KV 425, Linz (1783); la n.º 38, en re mayor, KV 504, Praga (1786); y las tres últimas (la n.º 39, en mi ♭ mayor, KV 543; la n.º 40, en sol menor, KV 550; y la n.º 41, en do mayor, KV 551, Júpiter), compuestas en 1788; varios conciertos (27 para piano, 5 para violín y varios para otros instrumentos); 18 sonatas para piano, 36 para piano y violín y para otros instrumentos, que constituyen piezas clave de la música mozartiana; música de cámara (dúos, tríos, cuartetos y quintetos); adagios, 61 divertimentos, serenatas, marchas.
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